La crisis venezolana tiene su raíz en la obsolescencia de las Constituciones que hemos tenido desde 1819, cuya base centralista se trasladó a la de 1947 y esta, a su vez, en la de 1961 y así sucesivamente hasta llegar a la Constitución de 1999. Todas contienen modelos de desarrollo basados en concepciones de Estados Federales de Poder Centralizado (EFC) en las cuales se les otorga atribuciones de rey (Art. 236 de CRBV y sus 24 ordinales) a los presidentes de la República de turno, con lo cual están en capacidad de controlar al resto de los poderes públicos (Tribunal Supremo de Justicia, Contraloría General de la República, Consejo Nacional Electoral, Defensoría del Pueblo, Fiscalía General de la República etc.) y de ponerlos, al servicio de sus propósitos, sin que existan contra balances efectivos que les obliguen a rendir cuentas y a consultar sus políticas públicas antes de ejecutarlas.
Existen dos clases diferentes de Estado federal, según la
cantidad de poder que tengan sus gobiernos civiles, por imperativo de dos
principios políticos opuestos: El de centralización del poder: Estado Federal de
Poder Centralizado (EFC) y el de descentralización del poder: Estado Federal de
Poder Descentralizado (EFD).
Las Constituciones que hemos tenido devinieron político y
territorialmente en una Federación de 23 estados y 335 municipios (totalmente
dependientes del presidente de la República de turno), federación a la que se
le asignan competencias político-administrativas, judiciales y educativas, así
como los recursos financieros para acometer y responsabilizarse de manera
independiente de sus propios desarrollos.
De igual modo, las Constituciones que hemos tenido establecen
una economía de Rentismo Petrolero, de planificación absolutamente centralizada en el presidente
de la República de turno, quien funge, constitucionalmente, como dueño de la
petrolera nacional (PDVSA), de su producción (y de los petrodólares que esta
genera), de toda la recaudación fiscal (que administra a voluntad sin que medie
control alguno), de los minerales del subsuelo así como de sus principales
empresas: Corporación Venezolana de Guayana, entre las que destacan: MINERVEN
(oro), SIDOR, FERRO-MINERA (acero y
hierro); VENALUM, ALCASA (aluminio), CORPOELEC, e.t.c. lo que produce una
sociedad improductiva, subsidiada permanentemente por las rentas del estado y
por tanto pobre y dependiente.
Todas las Constituciones que hemos tenido establecen un
modelo educativo y de investigación centralizado, que configura un inmenso
amasijo de instituciones de educación (inicial, básica, secundaria,
universitaria y de investigación), que marcha sin orden ni concierto. Lo mismo
ocurre con las filosofías educativas y diseños curriculares, a los que se les
contamina con doctrinas políticas, culto a personalidades y metodologías de
enseñanza de aprendizaje arcaicas, conductistas, que en nada favorecen la
consolidación de la identidad nacional, ni regional, como tampoco la
auto-suficiencia educativa, científica, tecnológica ni mucho menos de
investigación. Bajo este panorama, no aparecen debidamente articulados los
actores del hecho educativo, esto es: padres, alumnos, comunidad civil y comunidad
empresarial. El resultado neto es que la
educación y la investigación pura y aplicada son un verdadero desastre.
Todas las Constituciones que hemos tenido establecen modelos
centralizados para la administración de Justicia, para la seguridad social, las
FFAA seguridad pública, cárceles, infraestructura parques, reservas hídricas,
etc., con los mismos resultados de fracaso, destrucción, corrupción, miseria y
atraso.
Las Constituciones
que hemos tenido contienen un modelo de Estado centralista, heredado y
copiado del estado federal de poder centralizado colonial español, el cual fue
útil y necesario en su versión Centralista militar, Bolivariana y Gomecista, para consolidar la República y
fue también útil y necesaria en su forma Centralista para comenzar la primera
fase democrática que constituyó en su momento la democracia representativa de
partidos políticos; y fue igualmente
útil hasta aproximadamente cerca de la década de los 80 (fecha en que el
centralismo cumplió su ciclo de vida), cuando se iniciaron
(aunque no se culminaron) los
cambios estructurales referidos a la descentralización que, en aquel momento
histórico, reclamaba el país (así, el viernes negro constituyó el primer aviso
de que "las cosas en Venezuela no venían bien"); y finalmente, a partir
del año 1999, cambio a un Estado Federal Centralista Totalitario, Autocrático, Neo-dictatorial,
y Comunista que es la fase terminal agonizante de este modelo cuya característica
mas resaltante es la concentración de poder ilimitado en una cúpula que conduce
a la devastación que hoy vemos y sufrimos, nada nuevo en la historia de la
humanidad ya que el primer caso que se conoce es el del Rey Hammurabi 1776 años a. C, quien creo el imperio Babilónico bajo este modelo de concentración de
poder, y el mismo modelo termino destruyendo su imperio.
Al crecer el país y sus problemas, particularmente la
pobreza, el centralismo se reveló como incapaz para conducir el desarrollo de
la sociedad venezolana hacia la etapa superior de la democracia: El Estado
Federal de Poder Descentralizado (EFD), susceptible de generar, bienestar
social, alta calidad de vida y progreso sostenible.
El Centralismo ya
agotó su vida útil, No podía ser eterno, cumplió su ciclo. Esto paso a ser un problema de carácter
estructural a resolver, que no se arregla con el simple cambio de un gobierno
por otro o de un presidente por otro, Tenemos que “pasar de un modelo a otro”
(del EFC al EFD ).
La tarea de nuestra líder María Corina Machado es
fundamental al asumir el tránsito entre el modelo centralista fallido y
obsoleto y el exitoso Modelo Federal descentralizado que nos oferta y con el
cual se manejan y administran los países más desarrollados del mundo, va en la línea
correcta porque de no ser así, solo cambiaríamos a un presidente por otro y las
consecuencias serian las mismas de Nicaragua con Daniel Ortega o Argentina con los
Kirchner, regiones donde se logró sacarlos con votos, Los lideres Violeta
Chamorro y Macri no asumieron esos grandes retos y a la vuelta de pocos años “los
malos” regresaron y allí los están subyugando.
Otra Venezuela es posible, solo debemos asumir sin miedo y
con determinación el GRAN CAMBIO que requiere nuestra Nación.
Luis Farias – La Rebelión de las Regiones Somos Todos