En los últimos 50 años han aparecido en Iberoamérica varios fenómenos electorales presidenciales con fuertes y desafiantes mensajes anticorrupción, promesas populistas de bienestar y de cambio político profundo y definitivo que erradicará para siempre el atraso y la pobreza.
La mayoría de esos fenómenos electorales presidenciales perdieron en segunda vuelta con los candidatos del Foro de Sao Paulo; y los que ganaron, aunque personalmente no robaron, no acabaron con la corrupción, no trajeron el bienestar, ni realizaron el cambio político definitivo y profundo que erradicaría la pobreza y el atraso.
Todos los fenómenos electorales presidenciales que fueron presidentes y fracasaron, tienen algunos los mismos denominadores comunes: nunca identifican cual es la causa sistémica
estructural de la corrupción, en su lugar señalan operarios de la corrupción y de malas políticas. Anuncian nuevos ministros gabinetes muy preparados y honestos y nuevas políticas. Intentan cumplir, pero fracasan. Le vuelven a tender la cama a políticos corruptos que desplazaron. La crisis se acentúa con otra vuelta más de tuerca. Luego aparece otro fenómeno electoral presidencial y se repite la historia.
¿Por que ese martirio político de Sísifo? ¿Por qué el fenomeno electoral no puede concretar sus buenos propósitos políticos a pesar del multitudinario apoyo que recibe?
Si el nuevo Presidente fenómeno electoral es apto, su programa de gobierno es bueno, pertinente y lógico, elaborado por expertos y sus ministros son honrados y honorables ¿Qué pasa? ¿Por qué fracasa?. Porque el actual sistema político cumplió su vida útil, está orgánica, anatómica y fisiológicamente corrompido en grado de irreversible; y el fenómeno electoral presidencial no lo ve y/o no lo cree.
Los fenómenos electorales presidenciales carismáticos son refrescantes, agradables y heraldos de esperanzas. Pero si fracasan se convierten en enormes desencantos; aunque nadie podrá quitarles lo bailado.
Si en verdad no desean fracasar, deben de ser visionarios y prácticos como Adenauer, Alcide de Gasperi, Jean Monet, el emperador Meiji, el Gral, Douglas Mac Arthur, que identificaron la causa sistémica estructural de la crisis que trae la pobreza, el hambre, el atraso y la opresión (y que en el caso venezolano es el sistema político actual plasmado en la Constitucion nacional de 1999, copia siamesa de la Constitucion del 1961 y tambien de las anteriores, y sean capaces de explicarlo); y desarrollaron Proyectos de Estado, simultáneamente a programas de Gobierno con políticas remediales de la espantosa situación humanitaria.
Necesitamos fenómenos electorales que además de carismáticos, valientes y honestos a toda prueba, se percaten de que su misión trascendentalmente pertinente e histórica, consiste, no solo en derrotar y cambiar al actual gobierno, sino en cambiar el sistema político o Estado Federal de Poder Centralizado con Gobierno Presidencial Imperial que está irreversiblemente podrido juntamente con la Constitucion autoritaria de 1999 y tambien las anteriores, por el Modelo político o Estado federal de poder descentralizado con Gobierno y Democracia Parlamentario como el de la actual Alemania. Es decir: efectuar un verdadero doble cambio.
Si, Javier Milei, el fenómeno electoral presidencial argentino del momento, no es de esta especie; puede ganar la presidencia e intentar cumplir sus objetivos; pero con ese mismo sistema político fracasará y continuará acentuada la crisis en manos de otro neocomunista
del Foro de Sao Paulo que lo reemplazará. Pero si convoca al pueblo argentino a instalar un nuevo sistema político o Estado federal descentralizado con una nueva Constitución como la de Alemania, al mismo tiempo que aplica las medidas urgentes remediales a la economía; Argentina en 25 años formará parte del selecto grupo líder de países libres, prósperos y de mas alta calidad de vida en el mundo. Es a ese norte que apunta la propuesta del precandidato presidencial independiente Dr. Luis Farias y su Proyecto Estado: La Rebelion de las Regiones Somos Todos.
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