Hablamos con frecuencia del cambio que
requiere Venezuela, y lo expresamos en diversos términos, “salir del régimen”,
“salir de Maduro”, “cambiar el modelo”.
Lo cierto es que hay que cambiarlo todo.
Se plantea revocatorio, que acompañamos y apoyamos, para revocar a Maduro
procurando una nueva elección presidencial; pero con un presidente de
oposición, ¿se resuelven los problemas? Claro que no, solo frenamos la
implantación del modelo de dominación, pero los males estructurales de La Nación
más el andamiaje revolucionario y socialista seguirían en pie, dando luchas
menores que desenfocan el propósito de la recuperación del país.
Se habla de “diálogo” pero tampoco resolverá nuestro problema de crisis generalizada, toda vez que la Constitución que le dio vigencia a la 5a República sufrió una ruptura por el impulso del proyecto político socialista con el estado comunal, que es a donde se orienta la revolución.
Aquí subyace la verdadera crisis, la
sustitución de un modelo político, social y económico por otro distinto al de
la Constitución y por el que nadie votó.
La comunidad internacional aboga por un diálogo, y la pregunta es ¿para qué diálogo? El Gobierno con sus decisiones nos trajo a la crisis que ellos promovieron para sepultar nuestro modelo constitucional bolivariano y sobre sus escombros montar el comunal. Si el Gobierno quiere rectificar lo hace con o sin diálogo
La comunidad internacional aboga por un diálogo, y la pregunta es ¿para qué diálogo? El Gobierno con sus decisiones nos trajo a la crisis que ellos promovieron para sepultar nuestro modelo constitucional bolivariano y sobre sus escombros montar el comunal. Si el Gobierno quiere rectificar lo hace con o sin diálogo
Es probable que el Gobierno, sabiendo que cualquier elección la pierde y frente a la eventualidad de la convocatoria de referendo revocatorio, decida renunciar, y poner condiciones de entrega. O que frente al fracaso del diálogo éste se convierta en negociación.
Se habla de gobierno de transición,
militar, civil, cívico-militar. Lo cierto es que hoy por hoy se habla de escenarios
que tiene el oficialismo para tratar de quedarse, retardar su caída,
radicalizarse, con lo que haría más precaria su actual situación toda vez que
sin apoyo popular nadie puede radicalizarse y menos con un pueblo que está
espontáneamente en la calle protestando a diario.
Cualquier salida es buena, no como un fin en sí mismo sino como un comienzo del cambio real que aspiramos los venezolanos. Pero como sociedad siempre nos preguntamos ¿habremos aprendido la lección? Y sobre el particular abundan las respuestas en direcciones distintas.
Con cualquier fórmula, elección
presidencial, junta de reconstrucción nacional, transición, con cualquier
fórmula se requiere la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente
Originaria.
En primer lugar una ANC tiene la competencia de elegir poderes
públicos provisorios, para que el Presidente pueda acometer decisiones sin
obstáculos; desmontaría la estructura inconstitucional comunal con su propia
fuerza constituyente, revisaría los acuerdos internacionales ilegales para
dejarlos sin efecto, sin que pese sobre el Presidente la responsabilidad,
regresaría los militares a los cuarteles, pondría por sus decisiones orden en
las finanzas regresando autonomía al BCV, perseguiría los dineros de los
enchufados en el mundo por imperio de sus decretos y leyes. Y abordaría la
elaboración de una nueva institucionalidad para Venezuela resolviendo de una
vez por todas el mal estructural del que padecemos desde que somos nación: el
centralismo.
Se trata entonces de que esta constituyente
elabore el piso jurídico político del Estado Federal Descentralizado con rangos
autonómicos para las regiones y todo el poder del Estado vertical quede en los
estados y municipios con su real autonomía, con competencias ya exclusivas de
los estados y municipios. La manera de enfrentar con éxito la recuperación
económica es desde las regiones, la nueva Venezuela moderna se construye con
una constituyente que empodere al ciudadano y acabe con las formas políticas
que arrastramos desde el siglo XIX.
Con cualquier fórmula tenemos que
convocar una constituyente originaria para cambiarlo todo.
(Carlos Casanova Leal)
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