Disfruten las verdades que tenemos que conocer para producir, el GRAN CAMBIO que tenemos que dar.
La
abominable generación del 28…
La frase del título,
probablemente para algunos con cariz de anatema, es de Cabrujas.
Estoy convencido, que
tanto en el teatro como a través de su trabajo ensayístico, la personalidad
angustiosa y tremebunda de José Antonio, le impidió encontrar una respuesta de
advertencia al origen de tal repugnancia. Tal vez nunca la buscó porque no la
necesitaba, o más aún presumo, porque terminó
siendo para él, enigmática.
Cabrujas no vivió ni
soñó el idilio satánico que hoy vegeta en las castas políticas que ultrajan la
República. Y a pesar de que JAC conoció (1937-1995) la aventura de Chávez,
presagió con benevolencia y cierta candidez, un futuro promisor.
¿Se equivocó? De
ninguna manera. Solo ignoraba el origen de las abominaciones.
La República Venezolana
adolece de una malformación congénita.
La heredamos del Imperio Español a través de la Capitanía General de
Venezuela. Y por obra y gracia de sus
héroes, de sus caudillos y de sus líderes mesiánicos, ha ido en aumento creciente como si se
tratase del ADN republicano. Ha logrado
insertarse mórbidamente en anodinos e ignaros actores políticos, e igual que ayer, ocupan hoy similares espacios de poder.
Un
pueblo que necesita héroes, es digno de compasión.
Hemos arrastrado por
más de doscientos (200) años esa herencia abominable. Siempre hemos sido así.
Nunca fuimos algo. Hemos sido por siempre algo inconcluso, muy cercano a la
utopía. Eso somos. Indios, negros, españoles, mestizos, mantuanos, oligarcas y
revolucionarios; pero, por sobre todas las cosas, inmensamente pobres y carentes de libertad.
Nuestras
constituciones, absolutamente todas desde 1811 a nuestros días, han estado
inspiradas en ese adefesio malformado,
que por herencia recibimos de
Reyes, Líderes Mesiánicos, Caudillos y Cogollos, de cuyo yugo aún, no hemos podido
zafarnos.
Las
contradicciones en un texto constitucional son inadmisibles (¿abominables?).
Por eso, cuando digo
que existe una malformación desde el origen, destaco el principio de la
inadmisibilidad razonada, para concluir afirmando con certeza, estar frente a
una Farsa Continuada, que terminó siendo hecha costumbre.
Pero vamos a referirnos
solamente a las dos (2) últimas, la de 1961 y la de 1999, como autenticas Farsas
Continuadas.
Basta
una tilde o una coma, para cambiar el sentido de una frase. Eso es bien sabido.
No voy a entrar en
consideraciones de interpretación y/o subjetividades constitucionales, porque
además de no ser experto ni abogado, lo relevante es demostrar el origen y las
causas del porque aún después de más de
dos (2) siglos, la República Venezolana sigue “sin levantar cabeza”.
¿Qué heredamos como
abominación? En esencia, un país monárquico. “Reyecitos” tropicales, en mula,
corcel, tranvía, vapor o más recientemente en jet, heredaron un poder
absolutista, por obra y gracia de cartas
magnas contradictorias de principio a fin.
El Presidencialismo, inserto como está en nuestras constituciones,
es absolutamente contrario a la de un Estado Federal Descentralizado, tal y
como lo consagran nuestras dos (2) últimas constituciones.
No podemos ser esto,
afirmando lo contrario. Apostre como resultado se cae en el campo de la
galimatía y los absurdos.
Como ilustración
sencilla, cito los artículos 142, 157 y
158 de la constitución actual, que contradicen la autonomía federal de los
Poderes Públicos Estadal y Municipal ante el Poder Nacional. Y el 226 y 236,
que expresan sin duda alguna, el hecho cierto de que recaiga en un solo
ciudadano la autoridad como JEFE de Estado (por consiguiente de la República),
como único y plenipotenciario Administrador de la Hacienda Pública. Es decir,
amo y señor del presupuesto total de la Nación.
O lo que es lo
mismo, de siempre, el presupuesto nacional (hoy traducido en la
astronómica suma de miles de millones de dólares) ha sido manejado al leal
saber y entender de un solo hombre (de partido), en concordancia con un “puñado” de políticos, que disponen desde un cogollo, el reparto
clientelar burocrático de todos los bienes de la Nación.
Además de ello y como si fuera poco, el Presidente, que es el Comandante de la Fuerza Armada
Nacional, puede vía decreto con fuerza de Ley, hacer lo que le dé la gana. (Así
es ahora, pero así era antes también)
Eso, no solo no
debe seguir siendo así. Sino que es el origen y el mal de todas nuestras
desgracias como República. Un modelo de Estado tan dado a la “maña” y las
“corruptelas”, no puede seguir funcionando de esa manera.
El principio
absolutista del Presidencialismo, es el puntal más fuerte del Estado de Poder
Centralizado y totalmente opuesto al Estado Descentralizado. De tal manera que estampar esas dos opciones,
la de que somos una República de Estado Federal Descentralizado, para luego en
el mismo texto constitucional, enunciar
y gravar exactamente lo contrario, es por decir lo menos, abominable.
Esa herencia
patológica, hoy se repite torpemente y
la vemos reflejada de manera ostensible,
en el lenguaje común de todos los dirigentes, luchadores sociales y
líderes políticos venezolanos. No es casualidad. Se trata de una consecuencia
que deriva de la naturaleza ignara del barro que los moldeó, e irremisiblemente los arropa. Lo más triste es, que la exhiben con ingenua
arrogancia. Se caracteriza por la improvisación e inmediatez en sus discursos.
Piezas retóricas, concebidas siempre
desde una perspectiva histórica, plagada de pecados y errores que
enuncian como anatemas, pero sin ofrecer soluciones. Y esto, lo de no tener
respuestas a largo plazo con soluciones efectivas, y no efectistas como es y ha
sido siempre su costumbre, sucede así, porque simplemente no las tienen. Es decir, las ignoran,
porque no las saben, o llanamente las desconocen.
Toda esta ignorancia
generalizada, es la parte más aguda del
problema que nos aqueja como país, porque ha sido la causa principal que
destruyó la República y que en este momento trágico, ahora nos impide rehacerla.
Aquel país rural que
vio nacer y crecer la abominable generación del 28, la que sucumbió sin encontrar una fórmula
eficaz y no pudo ni tuvo capacidad
suficiente para organizar una sociedad libre e independiente de líderes y
cogollos, continuó en la oscurana hasta
que a finales de la primera mitad del siglo XX,
de la mano del presidencialismo y los cogollos de siempre, con la
abundancia petrolera; se convirtió en un país rico e importador; ensamblador; y
fortuitamente productor, a expensas de
subsidios y ayudas gubernamentales. Así, poco a poco nos fuimos labrando una economía no competitiva, no
sustentable, inmensamente rica, y
totalmente improductiva.
No
es tiempo de analizar lo que no sucedió, es tiempo de entender porque no ha
sucedido.
La etiqueta que distingue a los politiqueros
ignaros, es el cortoplacismo. Siempre ha
sido así. Populismo y demagogia.
La figura presidencial
obra como membrana osmótica. Como un enmantillado cobertor, que arropa basura y
virtudes en un mismo saco, bajo la tutela clientelar y hegemónica del cogollo
centralizado. Todos vamos siempre al matadero de las promesas improvisadas, los
cantos de sirena que pregonan soluciones inmediatas, y distribuyen a discreción
del cogollo y las cofradías “buchonas”, bajo la egida del amo y señor del
Estado de Poder Centralizado, el inmenso recurso del presupuesto nacional.
¿Y el País?
¿El País?....que se
joda!
Y no me vengan con
eufemismos legales falso-democráticos. Siempre ha sido así. ¿Saben porque?
Porque el dinero alcanzaba para mucho, aunque la planificación a largo plazo,
se fuera viniendo a menos año tras año.
Hemos siempre mantenido
la mirada enfocada en la riqueza petrolera. Tenemos problemas, problemitas y
problemones. SI. Pero tenemos petróleo, y como si fuera poco, tenemos un Papá
Estado, encarnado en la figura del Presidente, andando y desandando el país, de
la mano del Cogollo.
Mientras la globalidad
en investigación y desarrollo; los
avances de la ciencia y la tecnología;
la transición energética hacia las renovables; la eficaz aplicación de la sustentabilidad
del desarrollo como plataforma de progreso; los novedosos, dinámicos y
eficientes sistemas que hoy se están utilizando en la formación de educados y
educandos; el reacomodo exitoso sobre la
huella ecológica; y un largo camino por recorrer en el mediano y largo plazo,
que no vayan orientadas hacia la búsqueda de esas soluciones absolutamente
probadas, que funcionan a la perfección
en otras latitudes, y las mismas y otras más, no sean rigurosamente
implementadas como políticas de Estado, en un solo conjunto y no de manera
parcial o sectorizada. Todo lo que digan, ofrezcan y
hagan nuestros políticos de vieja data, y esto lo digo no por la edad
cronológica, sino por la herencia recibida, es decir, “malformados” o
“deformes”, será en vano. Tiempo perdido.
¿Y
tú que propones? es la frase manida de los politiqueros de oficio, cuando se
les pone el dedo en la llaga.
Al buen entendedor
pocas palabras.
Lorenzo García
Tamayo Maracaibo, 10
de octubre de 2017
Hoy por hoy, se hace casi imposible un reacomodo del estado, sin una Constitución hecha con consciencia nacionalista y dirigida hacia un solo objetivo, la descentralizacion de las regiones y el desarrollo de un estado federativo, con sus propios recursos, con sus leyes, con sus dirigentes naturales, con un proyecto para cada region q la administre, para esto los municipios son el primer y mas seguro de los entes, pues desde alli se comienza la organization del estado, si hay muchos municipios habrá muchos administrando y muchos proyectos para realizar, la nacion convertida en un estado Federal con sus consecuencias ya vividas históricamente en otras naciones y que han resultado un éxito! esto no se logrará con gobernantes q no entienden la demanda de un pais q requiere ser gobernado desde abajo hacia arriba, donde la gente sea tomada en cuenta y no utilizada!
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