Es
lamentable informar la muerte del intelectual
Don
RAFAEL GROOSCORS CABALLERO,
Fue
sin duda una importante personalidad del Táchira, y del país, mentor principalísimo
del contenido de esta visionaria y futurista propuesta.
Don
Rafa, contento por la exposición y facilidad de acceso Global a ella en Amazon, nos
afirmaba que la relación causa/efecto determinaría que un GRAN CAMBIO en Venezuela, una de las unidades del
sistema democrático iberoamericano, produciría inevitablemente cambios en las "Democracias vecinas", que sufrían de las mismas nefastas consecuencias del CENTRALISMO nuestro.
El
vacío que nos deja será muy difícil de llenar, y solo nos queda el inmenso
agradecimiento por su permanente consejo, apoyo y solidaridad para con nosotros.
A
su familia y amigos nuestro más sentido pésame
Paz a sus restos.
Aca les dejo EL
PRÓLOGO
IN
MEMORIAM A DON RAFAEL GROOSCORS CABALLERO
LA REBELIÓN DE LAS REGIONES SOMOS TODOS Parecería una simple frase efectista para llamar la atención de un discurso de orden regionalista, pero La rebelión de las regiones somos todos, tiene aún mayor profundidad en cuanto apunta a una definición estratégica cada vez más necesaria.
Mis amigos tachirenses y larenses han tomado para sí
esta unión de siete palabras como idea para revestir de un toque populista sus
extraordinarias propuestas bien tituladas: La rebelión de las regiones somos
todos, la cual, a nuestro juicio, conforma la única tesis formulada
públicamente para reconstruir el país, una vez enterrado el drama que hoy
vivimos y que es una anarquía, una anomia, un anti gobierno, que han titulado
con el calificativo ideológico de «socialismo del siglo XXI».
Pero La rebelión de las regiones somos todos,
seriamente asimilada, aspira a transformarse en una táctica de lucha que no
solo quiere «cambiar» al presente gobierno, sino propiciar un cambio, para
siempre, La rebelión de las regiones somos todos 10 de la historia política de
Venezuela apresada por un estilo autócrata que identificamos como una mala
herencia de la Colonia.
Nuestros libertadores, tanto Miranda el Precursor,
como Bolívar el Libertador, trataron de copiar el modelo de Unión de los Estados
dado en Norteamérica en 1776. Uno para toda la América del Sur y el otro para
lo que llamó La Gran Colombia, fracasando ambos en cuanto a la formación de un
estado de conciencia que sembrara en nuestras sociedades liberadas del yugo
español, la idea prevaleciente de la democracia de los «enciclopedistas»,
consagrada ella en un ejercicio pleno e irrestricto de la libertad, en una
justicia en función del respeto a los derechos de todos y una fraternidad
concebida para crecer, transformarse, innovar y ganarse el futuro, en cada paso
de cada día por venir.
Las pequeñas debilidades de sus principales
colaboradores hundieron la grandeza de sus propósitos en la medida en que
«compraron» el atractivo del absolutismo para hacerse «caudillos» y alcanzar el
poder, en franco ejercicio autócrata y no demócrata.
La separación y no la unión tomó la representación de
la soberanía territorial y cada quien se «alzó» con lo que tuvieron a mano,
condenando a Iberoamérica a sobrevivir en un marco cada vez más insolente de
atraso contumaz. La rebelión de las regiones somos todos, apunta hacia una
dirección distinta, en el sentido de que se divorcia de los grandes centros del
poder absoluto.
Desarrolla el concepto de la autonomía, no solo para
gobernarse, sino para autogestionarse y darle viabilidad dinámica a la unión
para crecer, pensar, hacer, construir, penetrar la realidad del mundo cambiante
y ubicarse en él; tomar su velocidad de cambio y competir con lealtad, trabajando
cada uno para lograr mayores y mejores resultados en su esfuerzo, siempre
entendiendo al hombre como sujeto creciente de bienestar, dignificándolo y
engrandeciéndolo.
La rebelión de las regiones somos todos como
estrategia de lucha que despierte la conciencia de la «regionalidad» en función
de una unión democrática, señalando todo lo que un Estado independiente y
autónomo puede lograr.
Que construya sus propios medios de avance y
transformación, su infraestructura, su aprovechamiento de ventajas comparativas,
la disposición de sus gentes a concebir el futuro y convencerse de que van a
asumirlo como propio, ganándole «al de al lado», que compita con productividad
y acierto.
Así se sustituiría la debilitada sumisión de la
«provincia» a los dictámenes de las tribus gobernantes en la capital, donde en
cada una se esconde un «caudillo» que requerirá la paz y el silencio de «los
demás» para tomar para sí absolutamente, el poder absoluto de la Colonia con
disfraz democrático.
¿Tenemos que seguir viviendo de la «distribución
infame» de la renta petrolera?
¿Tenemos que seguir siendo exportadores de materias
primas y continuar dependiendo de quienes nos las transforman?
¿Sabe la gente de la Guayana venezolana, del estado
Bolívar lo que se hace con la bauxita, el hierro, el agua y las tierras que les
son propias?
¿Sabe que esos recursos son negociados por
gobernantes, a distancia, que no tienen por qué quererlas ni desarrollarlas, ni
transformarlas, para enmarcarse en una competencia con el mundo entero a base
de productividad?
¿Sabe la gente del Zulia todo lo que ganarían
transformando en fibras sus hidrocarburos y «metiéndose» en el mundo de los
textiles sintéticos?
Si hacemos un análisis con nuestros propios recursos
humanos de cada uno de los estados de nuestra República, incluyendo a los
estimados convencionalmente como «atrasados», encontraremos una potencialidad
increíble de desarrollo que nos permitiría descubrir cómo es que tenemos que
actuar para despedirnos del petróleo.
La rebelión de las regiones somos todos debe crear una
matriz de opinión generalizada en cada uno de los Estados, en favor de su
autonomía productiva y a través de una democracia verdaderamente parlamentaria,
donde las autoridades sean escogidas por «los representantes de las regiones» y
no «por el dedo» criminal e irresponsable del autócrata de turno.
¿Nos entendemos?
¿Somos capaces de fomentar esta «rebelión
regionalizada»?
¿Podemos darle sentido de táctica y estrategia de
lucha a esta propuesta, conscientes, incluso, «de que vale mucho más que todas
las otras vías propuestas para derrocar constitucionalmente» a un gobierno que
tampoco debe ser sustituido por otro similar?
¿Entendemos que por esta vía llegaremos a la creación
del clima y de la voluntad para construir la Venezuela distinta con la que
soñaron nuestros Libertadores y de la que han hablado tanto y tantas veces
nuestros mejores pensadores?
¿Es suficiente «ganar unas elecciones», dar un golpe
de Estado ir a una nueva Constituyente, «si no tenemos claro que tenemos que
reconstruir el país, para que sea una potencia» económica independiente?
El futuro depende de cómo responder a estas
interrogantes.
El trabajo y la temática acá contenida te harán
reflexionar al respecto.
Rafael Grooscors Caballero